El Holocausto, La Shoa: la memoria del exterminio que asesinó a judíos, homosexuales , gitanos y opositores del régimen nazi, se ha convertido, tras 60 años, en una cuestión controvertida, no solo por el auge del Negacionismo, sino por la indiferencia de muchos que consideran una exageración judía pretender que el recuerdo de la historia que liquidó a un tercio de la población judía europea, sea una historia singular y mucho menos pueda ser sacralizada como paradigma de genocidio, existiendo como existen y han existido tantos genocidios anteriores y posteriores al hecho.
Los judíos, he llegado a escuchar, están haciendo del terrible hecho ¡Sí, terrible! Una especie de perversión hipertrófica de la memoria, insana, dañina, y además corren el riesgo de resultar mas llorones de lo habitual. Yo no soy antijudío, pero ¿ Qué tiene de paradigmático el holocausto? Cuando escucho argumentos similares, indefectiblemente renuncio a explicar nada al bienintecionado contertulio. No pienso, como muchos o como algunos, ya saben que la cuestión del número es el leit motif negacionacionista por antonomasia, que el deber de la memoria nos incumba solo a los judíos, pero además les confieso, que cada día que pasa me interesa menos entrar en ciertos tipos de debates. Si el recuerdo , o mejor la memoria, me incumbiera a mí solo y a quienes piensan como yo. Si así fuera, no haría mas que confirmar las palabras con las que empieza el texto que he recibido de Graciela Kohan :
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