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viernes, 6 de julio de 2007

Quien se acuerda del soldado israelí secuestrado en Gaza

Gilad Shalid

Apenas un niño, hace un año que su familia sigue sin tener noticias de su paradero.

Mi amigo Jaime Dromi, me envia el siguiente mail que remitió a la BBC felicitándoles la liberación del periodista Alan Johnston que Hamás mantenía secuestrado. Acuérdense de Gilad Shalid. También merece ser libre


CONGRATULATIONS ON THE LIBERATION OF YOUR IMPRISIONED JOURNALIST. KINDLY REMEMBER THAT THOSE SAME TERRORISTS ARE STILL KEEPING GILAD SHALIT.
HE ALSO DESERVES TO BE FREE.
BEST REGARDS

JAIME S. DROMI, PH. D.
MIAMI, FLORIDA, USA

jsd222@aol.com

Pero lo obvio no resulta tan obvio.

Carta a Gilad Shalid. Escrita por sus padres. Publicada en Le Figaro esta semana. No busquen en la prensa peninsular: no la han reproducido ni lo harán (sólo el blog de Fábregas ha copiado un fragmento: http://fabregas.blogspot.com/ Gracias, Fábregas).


Recordemos, pues, al soldado Shalit. Junto con sus padres y su familia.

Hace casi un año lo raptaron los fanáticos de Hamás, pero como no es periodista británico y además–horror de horrores– es judío y para colmo israelí, a nadie le importa un bledo que lo liberen, lo maten o sencillamente nos olvidemos de que algún día existió.



Querido hijo, querido Gilad:

Te escribimos esta carta desde casa, aquí, en Mitspe Hilla, en Galilea occidental. Tengo delante las últimas fotos en las que apareces, tomadas el pasado verano. Y escucho tu voz, débil y fragmentada, en la grabación que nos enviaste la semana pasada. Por ahora, no tenemos ningún otro testimonio tuyo, tras este largo año de silencio. Un año que seguramente te ha parecido tan interminable como a nosotros.

No me cabe duda de que te representas la angustia terrible que nos corroe a tu madre y a mí, a tu hermana Hadas, a tu hermano Yoel y a los otros miembros de nuestra familia. Pero no sabes cuánto te echamos todos de menos en tu larga ausencia. ¡Si pudiera transmitirte nuestra preocupación y añoranza!

Pero sé que puedes concebir el calvario que toda tu familia ha estado viviendo durante este año interminable, y estoy convencido de que sabes que hacemos todo lo posible por traerte de vuelta a casa. Muchas personas, no sólo en Israel, también en Egipto, en Francia y en el mundo entero, se han movilizado para obtener tu liberación, a cambio de la de prisioneros palestinos que también sueñan con reencontrarse con sus familias. Nosotros no cejaremos en nuestro empeño, hasta que tengamos la dicha de poder abrazarte. Aquí, en nuestra casa.

Quiero que sepas que el Estado de Israel está decidido a conseguir tu liberación y dispuesto a liberar a centenares de presos palestinos para que puedas regresar sano y salvo a casa. Para nosotros es muy doloroso no saber nada de ti, no saber cómo te sientes o si estás bien de salud. No sabemos cómo evolucionan tus heridas ni cómo vives este difícil momento, ni siquiera qué trato recibes de las organizaciones que te mantienen preso. Son ellas quienes declaran públicamente que eres un prisionero de guerra, pero para mi pesar constato que no aplican las convenciones que se deben aplicar a los prisioneros de guerra, según la legislación internacional y también la religión islámica. Una religión que obliga a tratar a los prisioneros de guerra de manera digna y humana, reconociéndoles todos sus derechos y velando por sus necesidades. Derechos que el Estado de Israel les reconoce íntegramente a los prisioneros palestinos, sea cual sea la razón que condujo a su detención.
Eres muy joven, Gilad, pero te pido que seas fuerte y que resistas. Sé que estás viviendo una situación muy difícil, pero te pido que no te derrumbes, que aguantes hasta tu liberación. Haremos todo lo que somos capaces de hacer para que tu liberación no tarde en llegar. Hacemos votos, a pesar de todo, por que las organizaciones que te mantienen preso tengan la caridad de hacerte llegar cuanto antes esta carta de tus padres. Como sucede con todos los prisioneros palestinos arrestados en Israel, que tienen el consuelo y el gozo de poder recibir y enviar mensajes a sus padres y hermanos.

Nuestro querido Gilad: que pronto estés con nosotros en nuestro hogar.

Te abrazan, con todo su amor,
Tu madre y tu padre.


5 comentarios:

Ana Nuño dijo...

Es un escándalo ("es-can-da-la-zo", que diría Fernández de la Vega) que los media occidentales no digan ni mú sobre este caso.

Hace más de un año que Gilad Shalit (y no Shalid) fue secuestrado por Hamás. Con exactitud, el 25 de junio de 2006. Es decir, que Shalit lleva 376 días en cautiverio.

Baste con imaginar lo siguiente: que un (inexistente) grupo terrorista israelí hubiese secuestrado a un miembro de la policía de la Autoridad Nacional Palestina y lo mantuviera recluso durante idéntico lapso de tiempo. Y digo miembro de este cuerpo porque Hamás ha secuestrado a uno de un cuerpo institucional de un Estado, no a un activista de otra organización terrorista. Que, por más que haya ganado unos comicios, es lo que Hamás es. (¿O es que acaso el GIA argelino, que también ganó unas elecciones en su día y que es responsable del asesinato de cerca de 100.000 argelinos en la década de 1990, era un partido político del montón?)

Pues eso. No hace falta desplegar prodigios de imaginación para suponer lo que hoy por hoy sería la reacción de los sacrosantos medios de comunicación occidentales y su séquito de lobos aulladores (vulgo comentaristas) si el secuestrado, en lugar de ser israelí (horresco referens), hubiera sido palestino. No habría telediario en el mundo mundial que no abriera con el recordatorio de este crimen.

Una vez más recomiendo, para quienes aún no se hayan enterado de cómo se las gastan los periodistas occidentales con Israel, el magnífico documental de Philippe Bensoussan y Jacques Tarnero: "Décryptage" (2003). Un análisis descarnado y veraz de la cobertura mediática de la segunda Intifada (que puede conseguirse en Amazon o, para quienes no teman violar las leyes de propiedad intelectual, bajarse vía e-Mule o a-Mule).

Hace bien este espacio en ir contracorriente. Recordemos al soldado Shalit. Y hablemos de ello en todas las tribunas a nuestro alcance.

Anónimo dijo...

Cabrón que sepan en Londres que no se puede matar a miles de inocentes en Irak

-¿Has pasado miedo?
-¡Qué pregunta más tonta! Claro que sí. Me he sentido enterrado en vida. He estado aterrorizado y no sólo el día en que me pusieron el cinturón de explosivos para salir en la web. Para evadirme soñaba, pensaba, me imaginaba en otro sitio, lejos de aquí, con mi gente, con mis amigos...
-¿Volverás alguna vez a la franja de Gaza?
-Necesito una pausa. Salir de aquí. Pensar en otras cosas. Dormir sin sobresaltos. Comer sin atragantarme. Desconectar. Luego lo pensaré, pero lo dudo. Creo que nunca volveré a Gaza aunque es muy pronto para asegurarlo.

Anónimo dijo...

«¡Cabrón, que sepan en Londres que no se puede matar a miles de inocentes en Irak!»

POR JUAN CIERCO MADRID.
Alan está contento. Y cansado. Y harto. Le duele la cabeza. Quiere quitarse lo antes posible de en medio. Aterrizar en Escocia, en Lochgoilhead. Abrazar a su padre, Graham; a su madre, Margaret; a su hermana, Catriona, y dormir, y comer, y leer, y pasear, solo o en compañía de otro.
Pero Alan también está contento. Muy contento. Es más. Alan es feliz. Porque es libre. Porque ha visto el sol. Porque ha hecho caca sin tener que pedir permiso. Porque ha podido hablar sin necesidad de intermediarios.
Suena el teléfono. Nadie contesta. Volvemos a llamar. «Hola, soy Simon, ¿quién es?». Simon Wilson es el máximo responsable de la BBC en Oriente Próximo. Su oficina y su casa están en Jerusalén. Su corazón, como el de muchos compañeros, la mayoría palestinos, ha estado en Gaza. Con Alan.
Un par de palabras bastan.La distancia no es un muro como el ilegal de Cisjordania para arrinconar los recuerdos. «Espera un momento, te paso a Alan».
Abrazarle en la distancia
Es emocionante. Hablar con él tantos días después de estar imaginando que hablabas con él. Soñar con él tantos días después de intentar soñar lo que él soñaba. Oírle. Escucharle. Abrazarle en la distancia, ver ese mar que veíamos juntos casi sin hablarnos cuando mirábamos al Meditérraneo ocupado, cuando sorbíamos ese café amargo, cuando fumábamos esa pipa de agua con la que dibujábamos siluetas de libertad en ese aire siempre contaminado.

-¿Cómo estás, Alan?
-Jodido, pero muy contento. La verdad es que si me preguntaran qué es la felicidad creo que les contestaría que ésto. Pero me duele todo el cuerpo. Me duele la cabeza pero sobre todo me duele todo el cuerpo. Cerca de media hora antes de soltarme me han colocado una capucha, me han atado de pies y manos y me han dado patadas y puñetazos. No decían casi nada pero me han dado de lo lindo.
-Casi cuatro meses encerrado. ¿En qué pensabas?
-Joder, en todo. En mis padres, en mi hermana, en mis amigos, en mis vacaciones, en mi vida, en mi muerte... La verdad es que pensé varias veces en que me iban a matar. ¡Me lo decían tan a menudo!. «¡Te vamos a matar, te vamos a torturar! ¡Cabrón, que sepan en Londres que no se puede matar a miles de inocentes en Irak y luego vivir a Gaza como si tal cosa!
-¿Por qué crees que te han puesto ahora en libertad y no antes, o más tarde?
-La clave ha residido en el control de Gaza por parte de Hamás. Si estoy libre es gracias a Hamás, que se ha tomado muy en serio mi liberación aunque he de agradecer a todo el mundo las muestras de solidaridad que hatenido conmigo en estos meses. También han influido los jefes de algunas tribus y la fatwa (edicto) dictada hace unos días por un jeque de la franja. Sabes mejor que nadie que aquí las cosas funcionan así.
-Alan, siempre has trabajado con una premisa: explicar a sus millones de oyentes lo que piensan, lo que sufren, cómo viven, cómo mueren los palestinos de Gaza. ¿Has pensado en ellos alguna vez estos cuatro meses?
-Cada día. Cada noche. Y me he sentido identificado en más de una ocasión. He visto a mi traductor, a mi chófer, a mis vecinos, a mis compañeros periodistas palestinos... Les he visto como me veía a mí estos días, estas semanas. Sin presente, sin futuro. Yo ahora tengo ambas cosas, ellos no y no quiero dejar de decirlo. Como tampoco quiero dejar de recordar al soldado israelí secuestrado desde hace un año, a Guilad Shalit. Por él, que debe estar pasándolo muy mal, aunque las circunstancias de su secuestro fueron muy distintas de las mías; pero sobre todo por sus padres, sus familiares, sus amigos...
-¿Cómo dormías, qué comías, leías, oías la radio. veías la luz?
-Demasiadas preguntas en una. Siempre supe si era de día o de noche; comía mal, poco, alimentos básicos; dos semanas después de comenzar mi secuestro me dejaron escuchar la BBC (por cierto ¡qué buenos somos!); a las tres semanas dejé de ver la luz, hoy (por ayer) ha sido el primer día que la he vuelto a ver en mucho tiempo..
-¿Has pasado miedo?
-¡Qué pregunta más tonta! Claro que sí. Me he sentido enterrado en vida. He estado aterrorizado y no sólo el día en que me pusieron el cinturón de explosivos para salir en la web. Para evadirme soñaba, pensaba, me imaginaba en otro sitio, lejos de aquí, con mi gente, con mis amigos...
-¿Volverás alguna vez a la franja de Gaza?
-Necesito una pausa. Salir de aquí. Pensar en otras cosas. Dormir sin sobresaltos. Comer sin atragantarme. Desconectar. Luego lo pensaré, pero lo dudo. Creo que nunca volveré a Gaza aunque es muy pronto para asegurarlo

Anónimo dijo...

La innecesaria costumbre

No es necesario profundizar en exceso el texto de Cierco, habla por sí mismo de muchas cosas y en especial de su permanente trabajo como periodista al servicio de una inexplicable sinergia propalestina, por mucho que trate de trufarla con buen rollito y retórica hueca, vacua en abundancia. La entrevista carece del más mínimo sentido de lo correcto, se despeña por la ladera de su permanente y personal posición sobre lo que sucede en Oriente Próximo, por la cual es bien conocido. Y no se rompe la crisma en el intento, ¡Este Cierco es de escayola, oye!
Las citas en azul ofrecen alguna contradicción en que cae Cierco, es su costumbre, a pesar de las respuestas contundentes con las que el periodista de la BBC liberado, Alan Johnston, responde a su entrevistador.
Entre otras cosas. No es posible entender qué pretende Cierco al vincular la valla o “muro” con el secuestro del periodista. Si “todo sirve para el convento” como acostumbran a decir frailes y monjes, en esta ocasión el convento pierde categoría.
Ya en su momento, Cierco se deshacía en condenas para con los miembros de clan palestino Hurmush a los que tildaba de mafiosos y gamberros. Hoy guarda silencio. Ahora en otra de sus piruetas dialécticas, arremete contra el “muro”. Para insistir en la realidad, tal vez la que menos le gusta, no es preciso romperse la testa contra el muro o valla, como prefiera, es mucho más sencillo: Se trata de un secuestro a la carta cometido para amedrentar al periodismo libre que se atreve a trabajar sin rubor ni “decencia” con sus equipos y cámaras en los feudos terroristas y asesinos de Gaza. O sea, de Hamás, o sea de Irán y Siria.
Cierco siempre mete la pata por el mismo sitio y ya ha dejado de ser noticia su permanente estancia en una deriva prometeica de la que nunca va a salir porque ni lo intenta, ni lo desea. Necesita ración en vena diaria para arremeter con toda la caligrafía de que dispone contra Israel, es su “sino” porque “si no”, no es él.
También resulta incomprensible el exabrupto escatológico que incrusta en su delirante crónica, (Con perdón, “hacer caca”) ¡Cierco, porfa, ese no el estilo de un periodista serio como tú al que le han salido los dientes escribiendo gacetillas desde las dos intifadas palestinas! Aceptemos que te guste citar como “muro de la vergüenza” la valla que separa a ciudadanos israelíes de terroristas palestinos, pero echar mano del argumentario que define las funciones de los esfínteres es pasarse de la raya, ¿O se trata de otro tipo de “raya”?
Y para echarse al monte a cuatro patas, es la parte final por donde termina su entrevista, si es que va algún día a terminar con sus apuntes cronicones y gacetilleros, donde dice “cómo sufren, cómo viven, como mueren los palestinos en Gaza”
Hasta las calendas actuales, Cierco nos aporreaba las neuronas con su constante acusación, velada eso sí, de los excesos israelíes, pero ahora las cosas están cambiando y los que matan ciudadanos palestinos como chinches ya no son las fuerzas armadas israelíes sino sus propios hermanos, muchos de los cuales exhiben orgullosos los “triunfos” que para ellos son haber defenestrado y estrellado desde edificios contra el asfalto a los “colaboradores” con Israel, por no entrar en las ejecuciones callejeras sumarias ejercidas por miembros de Hamás sobre personas vinculadas con Fatah ante sus propias esposas e hijos. ¿Dónde están las víctimas palestinas por disparos israelíes hoy? Si nadie lo remedia, la estadística de asesinados por parte de Hamás entre sus propios hermanos va a dejar en ridículo cualquier otra que se deba a disparos del Tzahal israelí.
A veces lo mejor que se puede hacer es callar cautelosamente y dejar de hacer el ridículo, y si para justificar una profesión es necesario recurrir a ciertas referencias, mejor dedicarse a oficios más nobles aunque resulten peor remunerados. La historia suele ser generosa con almas tan desprendidas y la de Cierco lo podría ser un día si dejara de insistir en las mismas insensateces a que nos tiene acostumbrados. Es un deber casi higiénico, nos lo merecemos ya.

Miguel Martín

Anónimo dijo...

Un artículo muy interesante:

http://www.gees.org/articulo/4264