Translate

jueves, 1 de marzo de 2007

Kabbalah Music - Kadus Kadus



Kadus Kadus
Cantado por Kesim, lider religioso de los judíos etíopesllamados Falashas. La canción es una plegaria que se cantaba tradicionalmente el “día del Perdón” en Etiopía. La letra está en Gez, el antiguo lenguaje etiope usado para la oración. Aunque el Ahmaric es la lengua propia de los Falashas. Pulse aquí

Los Judios De Etiopia
La dramática historia de los judíos etíopes o falashas (palabra ahmaric que significa extranjero o errante), la cual cobró notoriedad especialmente en 1984, a raíz de su espectacular emigración a Israel -tierra de sus antepasados- es testimonio vivo de la tenacidad con que grupos e individuos luchan por preservar su legado histórico a pesar de numerosos intentos de genocidio cultural y de permanentes condiciones de miseria.

Historia
Los orígenes de esta antiquísima comunidad son oscuros y están envueltos en un velo de leyendas y especulaciones. Algunos falashas remontan su parentesco ancestral al rey Salomón y a la Reina de Saba. Por otra parte, varias autoridades rabínicas en Israel y el occidente han sugerido que los judíos etíopes provienen de la tribu perdida de Dan, misma que desapareció después de la destrucción del Primer Templo de Jerusalem (675 a.e.c.).
Sin embargo, numerosos historiadores han coincidido en que los falashas son miembros de una tribu indígena hamítica, de piel oscura, conocida como Agau. Se cree que adoptaron la religión judía en el primer o segundo siglo de la era común. El culto que practican los falashas se basa firmemente en la Biblia hebrea sin considerar la Ley Oral o Halajá, la cual desconocen por completo. No tienen muchos conocimientos del hebreo, y para sus prácticas religiosas, utilizan el guezo (lengua etíope antigua). Se adhieren fanáticamente a las enseñanzas del Pentateuco y son escrupulosos en su observancia de las leyes dietéticas y de higiene, así como del calendario judío.
La forma en que profesan el culto es, en muchos aspectos, una reminiscencia de como se practicara en los días que precedieron a la destrucción del Segundo Templo de Jerusalem (70 e.c.). Como los falashas se vieron aislados de la Tierra Santa y de las escuelas rabínicas en fecha primigenia, no recibieron influencia talmúdica.
Etiopía adoptó el cristianismo a mediados del siglo IV. Los judíos instauraron su propio reino dentro del Imperio Etíope y mantuvieron su independencia a pesar de ser constantemente hostigados por sus vecinos. La invasión de los emperadores ahmaric, en el siglo XVII, cambió drásticamente su suerte. En 1616, bajo el emperador Susneyos, la comunidad judía fue sometida a una terrible masacre. Su reino fue destruido y dos tercios de la población fue asesinada o forzada a convertirse al cristianismo. El resto fue despojado de sus tierras y reducidos a la esclavitud. Durante años, los falashas vivieron aislados del mundo exterior y perseguidos por los distintos regímenes.
Para principios del siglo XX, de los 250 mil falashas que constituían la comunidad judía, sobrevivieron tan sólo 28 mil. La ascensión al trono de Haile Selassie así como la implementación de sus leyes discriminatorias complicó aún más su situación. La política de ahmaraización o aculturación de las minorías bajo el predominio de la Amhara, irrumpió impetuosamente en la población falasha.
En septiembre de 1974, después de meses de insurrección, Selassie fue depuesto. A la caída del dictador, emergió un régimen marxista que se vio confrontado con terribles problemas, pero en los primeros años, había una esperanza de que los falashas pudieran emigrar, aún en pequeños números. El régimen de Mengistu estaba de acuerdo en intercambiar judíos etíopes por armas israelíes y cerca de 160 de ellos lograron emigrar.
El acuerdo se deshizo y el régimen se opuso a la emigración de cualquier etíope para preservar su unidad nacional. Los años que siguieron a la revolución fueron difíciles para los judíos. Los terratenientes etíopes realizaron redadas en los poblados donde vivían y cientos de falashas murieron. Muchos otros decidieron huir para escapar de los horrores. Al cruzar la frontera, se encontraron con un clima y una cultura hostiles que amenazaba su supervivencia.
Los judíos que permanecieron en la provincia de Gondar fueron objeto de degradantes restricciones por parte del régimen militar de Mengistu. Para las autoridades etíopes, el judaísmo era una religión arcaica, por lo que establecieron medidas para asimilar a los falashas. Las sinagogas y las escuelas judías fueron cerradas, se prohibió el uso del hebreo y los líderes comunitarios fueron encarcelados. Miles de judíos, uniéndose a otros refugiados etíopes, huyeron a países vecinos.

El Rescate
El interés de las comunidades judías de la diáspora e Israel por los falashas se remonta a principios del siglo XIX pero los numerosos intentos por liberarlos fallaron. Fue hasta 1984 cuando las autoridades israelíes realizaron una operación secreta de rescate para liberar a los falashas llamada Operación Moisés, nombre que simboliza la redención de los judíos esclavos de los faraones egipcios. Para principios de 1985, alrededor de 18 mil judíos etíopes habían cumplido su antiguo sueño de regresar a Sión, cruzando la frontera con Sudán. Allí permanecieron en campos de refugiados hasta que pudieron ser trasladados a Israel.
Los esfuerzos de rescate se dificultaron por las condiciones climáticas y por la presencia de un gran grupo de musulmanes eritreos, quienes juntó con Hermandad Musulmana y la OLP, estaban al acecho de falashas, por considerarlos infieles al Islam.
La inmigración clandestina se vio imposibilitada cuando en 1985 Sudán, ante las presiones por parte del mundo árabe, cerró sus fronteras a los falashas. La Operación Moisés no liberó a todos los judíos etíopes.

Su Integracion
La llegada de los falashas a Israel representa el ingreso a una cultura previamente desconocida. Tras un viaje difícil y peligroso, los judíos etíopes tienen enormes necesidades físicas y espirituales que satisfacer. Se requiere de un gran esfuerzo económico, humano y organizativo para integrarlos y el gobierno de Israel ha invertido grandes sumas con el fin de facilitar el proceso de absorción.
Las organizaciones filantrópicas judías han colaborado con entusiasmo para lograr la integración de los falashas. Lentamente los judíos etíopes se adaptan a su nuevo mundo. Pero no debemos olvidar a los miles de falashas que aún permanecen en Etiopía, a las familias divididas que aún esperan la oportunidad para poder e emigrar a una sociedad democrática en la que puedan vivir su judaísmo con plenitud.


Texto copiado de:
JINUJ.NET

No hay comentarios: