Ha muerto Jesús de Polanco.
16: No tenía fin la muchedumbre del pueblo que le seguía; sin embargo, los que vengan después tampoco estarán contentos de él. Y esto es también vanidad y aflicción de espíritu.
(Eclesiastés Capítulo 4)
El hombre que hizo de la libertad un negocio
“Decir algo nuevo sobre Jesús Polanco a estas alturas no es tarea fácil, porque todo, o casi, está dicho. Cabe, sin embargo, insistir en la singularidad política de un Polanco convertido en metáfora o quintaesencia de la doliente democracia española. Miembro en su juventud del Frente de Juventudes (centuria García Morato) franquista, Polanco hermanó de forma natural con aquellas Cortes camisa azul que, en virtual harakiri, fueron capaces de saltar de la dictadura a la democracia sin solución de continuidad. Lo extraordinario de este hombre bajito, de ademanes rudos, dotado de una gran inteligencia natural, apasionado del dinero y poco cultivado, es que iba a darse cuenta muy pronto de que aquella democracia sin demócratas, fieles seguidores de la servidumbre voluntaria que decía Etienne de la Boétie, en cuya cúspide se instaló un Rey ungido por el dedo de Franco, iba a convertirse en lo que, 30 años después, lamentablemente es: una democracia meramente formal carcomida por la corrupción más espantosa, con una Justicia domesticada por el poder político, unos medios de comunicación al servicio de los negocios del editor de turno, y un horizonte donde todo está en almoneda, empezando por la propia la idea de España tal como se ha conocido en los últimos siglos.”..........
Escribe Jesús Cacho en el Confidencial (http://www.elconfidencial.com/cache/2007/07/22/8_hombre_libertad_negocio.html
En el diario El Mundo
Don Jesús del Gran Poder
MARTIN PRIETO
Trabajé durante 12 años con un contrato firmado por él hasta que me fui voluntariamente de Prisa con una mano delante y otra detrás. Tuvimos rifirrafes propios de ejecutivo y propietario. En una ocasión yo había publicado un artículo de Fernando Savater titulado Osadía clerical que levantó gran revuelo, y una reproducción de la fotografía de Marisol desnuda, obra del magnífico César Lucas y que había provocado el estúpido y gazmoño secuestro de Interviú. Por el interfono de mi despacho bramó un ronquido de don Jesús (Chuchi a sus espaldas): «MP, sube de inmediato a mi despacho». «¡Hombre, no me lo pidas con esa voz!». «Te lo mando como me sale de los cojones». Volvía a salirle el jefe de centuria. Le mandé una dimisión sin fecha y, al final, pudimos hablar sin entendernos porque él desconocía el significado de la doble moral. Lo que no necesitaba exégesis era el presunto daño emergente en sus contrataciones de libros de texto con las instituciones religiosas. Eran los tiempos en que don Jesús no se había aún dado cuenta de que estaba ganando más dinero con El País que con sus editoriales.
En Buenos Aires me contaba que si alguna vez se perdía había que buscarle allí, tal era su amor por la ciudad porteña. Y, confianzudo (trataba a sus periodistas de tú), me narraba ufano su ascenso desde el proletariado del libro. Junto con su socio Pancho González (ése sí que es una buena persona) vendía enciclopedias puerta a puerta, trabajo enojoso donde los haya. Hasta que se armaron de catálogos y volaron a América para hacérselas de cabo a rabo. Ayunaban dos días y el tercero convidaban a almorzar a los principales editores del país. En Buenos Aires, en pleno invierno austral, Polanco y González abandonaban su pensión friolenta y se refugiaban al calor de un minicine de sesión completa entre orilleros, putas y maricones indigentes. Volvieron con dinero y encargos suficientes para fundar la editorial Santillana, que creció como una metástasis aunque sólo le dio notoriedad en el gremio. Siempre sospeché que esta historia tiene bastante de apócrifa, pero se corresponde con su esquizofrenia sociopolítica. Había pertenecido, ya de talludo, al Frente de Juventudes, nacido en Madrid, adoraba Santillana (donde invirtió) y se hacía pasar por cántabro. Algún título relacionado con Santillana le habría complacido, pero enseguida fue demasiado controvertido para eso y había hecho demasiados negocios con el franquismo a base de información privilegiada. Como luego hizo con las dictaduras militares del Cono Sur americano. Su especialidad era incorporar ministros a su nómina, pero luego circulaba por Madrid en un Mercedes, propio de la flota de Hitler, y se negaba a cambiarlo aduciendo que no tenía dinero.
Entró en Prisa-El País como consejero-delegado, pero por la gatera, con un mando y un poder muy contrapeados. Con el tiempo y con malas artes desplazó al bueno de José Ortega Spotorno hacia una Presidencia de Honor quedándose don Jesús con el puente de mando y la mayoría accionarial, tras largas luchas en las que los millones viajaban por Madrid en maletines.
Es verdad que sólo leía el periódico al día siguiente, pero en sus reuniones con sus directivos acostumbraba a unas prepotencias y groserías propias de fuego campamental. «Yo echo cinco polvos sin sacarla», refiriéndose a una jovenzuela televisiva que le entretenía. «Estoy con Mari Luz Barreiros porque es la única de la que consta que no le interesa mi dinero, tiene tanto como yo». Alardeaba de su dinero, algo insólito entre grandes empresarios. «El que me echa un pulso lo pierde». «El que se me enfrente que se vaya de España». Fue un hombre rencoroso que nunca entendió la economía de mercado. Era marxista sin saberlo.
En 1982 pasaba yo por la redacción en un alto de la campaña electoral en la que cubría (de elogios) a Felipe González y me topé con el gran hombre que me dijo: «¿No estaremos tratando a Felipe con demasiada amabilidad?». No me dejó contestar: «Tu sigue así porque éste va a gobernar y nos interesa».
Curiosamente, la cúpula de Prisa no tenía contacto directo con la del PSOE. A Felipe le pasé recado de que don Jesús quería verle y Cebrián me pidió que le organizara una cena con Alfonso Guerra. Se encontraron un manco y un cojo necesitados de colaborar. En el PSOE estaban empeñados en tener un periódico propio y Polanco un multimedia. La asociación surgió como chispa y el Gobierno empezó por venderles la Ser a precio de amigo tras haber fracasado Prisa con Radio El País. El resto del contubernio político-informativo, es conocido y palpitante.
Polanco me dijo una vez que los hijos han de heredar las empresas pero no necesariamente su gestión, y yo creí que el tapado era su sobrino (casi adoptado) Javier Díez Polanco, que es un clónico del tío, y a todos sorprendió la sucesión en Ignacio Polanco. Como todos vamos a ir al cielo allí estará don Jesús, si hay restaurantes, repasando avarientamente la minuta y abroncando camareros.
lunes, 23 de julio de 2007
OBITUARIO
Publicado por Neguev and me en 15:08:00
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1 comentario:
Muy buena entrada.
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